Anoche tan solo
parecías una combatiente desnuda
saltando sobre arrecifes de sombras.
Yo desde mi puesto de observación
en la llanura
te veía esgrimir tus armas
y violenta hundirte en mí.
Abría los ojos
y todavía estabas como herrera
martillando el yunque de la chispa
hasta que mi sexo explotó como granada
y nos morimos los dos entre el resplandor de la luna.
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